miércoles, 25 de julio de 2018

CUANDO MIS PADRES CONTROLAN MI VIDA

De 2015 a 2017 tuve el orgullo de formar parte del APOL: el servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de toda España que contestábamos consultas en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor, y muchos otros.

Fue una gran cantidad de trabajo, más de 150 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevé y que quiero compartir con vosotros, publicando algunas de las consultas más destacadas que tuve la oportunidad de contestar.

Esta semana: Cuando mis padres controlan mi vida. Un caso real que nos demuestra que los estilos de crianza demasiado rígidos e imperativos, basados en la sobreprotección, generan adultos con pocas habilidades para enfrentarse a la vida por sí mismos.

CONSULTA

Qué más puedo pedir: cuento con una buena estabilidad económica, la familia que me rodea es exitosa, me desean el bien. Sin embargo, vivo sola y siento que son ellos quienes guían mis acciones y yo sólo las desarrollo. Desde pequeña obedezco todo lo que me dicen, no se me permite fallar, me percibo como su objeto, un simple objeto que desean moldear para que no caiga ni se lastime. En caso de errar me amenazaron con quitarme todo lo que me dieron, es por eso que ahora no soy capaz de hacer nada por mi propia cuenta, y soy mayor de edad pero es como si no lo fuera. Controlan tanto mi vida que no me permiten iniciar alguna relación de pareja o hacer algo sin consultarles, y  aun así nunca actúo lo suficientemente bien para ellos. Sólo necesito un proyecto de vida propio, pero mi sensación es que ellos ya lo tienen preparado todo, y que han desarrollado su vida a través de mí.

RESPUESTA 

Está bastante demostrado que la sobreprotección en los hijos genera muchos problemas a largo plazo: déficit en el desarrollo de las habilidades sociales, inseguridad, dependencia, e intolerancia a la frustración y al estrés. Los adultos poco habilidosos de hoy son los niños sobreprotegidos de ayer. Frente al estilo sobreproteccionista, es recomendable un estilo de crianza en el que se fomente el aprendizaje, se repartan obligaciones y responsabilidades, y se promueva la sociabilización a través de actividades con iguales.

En tu caso, parece que la sobreprotección de tus padres la sientes como un estado de control en el que no se te permite, a pesar de que eres ya adulta, tomar decisiones. ¿Qué soluciones has intentado para superar esta problemática? Seguramente la mejor alternativa es la comunicación: cuéntales cómo te sientes y cómo te gustaría que te trataran. Sin reproches, tan sólo buscando su apoyo y comprensión. Si ya lo has intentado y no ha servido de nada, como mujer adulta que eres, tendrás que tomar decisiones aunque ellos no las acepten.

Por otra parte está el tema del fracaso: no estoy seguro de quién le da más importancia a fracasar, si ellos, o tú temiendo decepcionarles. Los errores y los fracasos forman parte del proceso de aprendizaje, nos ayudan a mejorar, a crecer. Cuando el fracaso tiene un impacto negativo en el bienestar emocional de las personas es porque estamos sobrevalorando su importancia. A nadie le gusta fracasar, y sin embargo, es inevitable y necesario. Sentirnos mal cuando fracasamos es normal. Permanecer en ese malestar es inútil. Y querer no fracasar nunca, un deseo irrealizable. Atrévete a fracasar. Ánimo, un abrazo.

miércoles, 18 de julio de 2018

¡ME ABUUURRO!

El aburrimiento es una de las emociones más difíciles de tolerar. 

Este rechazo al aburrimiento viene porque ya de pequeños nos aburríamos con mucha frecuencia.  Y es que un niño dispone de mucho tiempo libre (ahora, entre deberes, actividades extraescolares y nuevas tecnologías, cada vez menos, y no estoy seguro de que eso sea una ventaja), con lo que era muy común que protestáramos a nuestra madre gritando "¡Me abuuurro!", a lo que nuestra madre contestaba: "Pues échate en agua".

El aburrimiento además se hace amigo muy pronto de otras emociones como la tristeza o la ansiedad, ya que cuando no tenemos nada que hacer es más fácil que la mente funcione más y, casi siempre, de manera que nos perjudica. Así, cuando estamos inactivos, es como si una ventana se abriera a todo tipo de pensamientos pesimistas y negativos, preocupaciones y rumiaciones.

También, cuando estamos aburridos, nos volvemos más sensibles al sentimiento de soledad. Nos sentimos más solos en el mundo, aunque no lo estemos, más desconectados, y nos puede invadir una sensación de vacío existencial.

Por último, es muy fácil aburrirse en verano, en vacaciones. Nos pasamos todo el año deseando que llegue nuestro merecido descanso y, cuando lo hace, en cuanto aparece una pequeña laguna sin actividades o sin gente a mi alrededor, nos subimos por las paredes. No es fácil imaginarse a algún work-alcoholic tentado de llamar a su jefe para gritarle: "¡Dame trabajo!" Así de hondo es capaz de caer el ser humano cuando se aburre.

Por esto, aprovechando que estamos en plena época estival, voy a dar algunas recomendaciones para aprender a tolerar el aburrimiento. Porque sí, claro que el aburrimiento es soportable y, no sólo eso, puede llegar a ser incluso muy disfrutable. ¿Me crees? Sigue leyendo. ¿No me crees? Sigue leyendo.

QUÉ HACER PARA ABURRIRTE SIN MORIR EN EL INTENTO:

- En primer lugar: ¡échate en agua! Ésta es una expresión muy popular aunque exclusiva de las madres. Sólo si eres madre la puedes usar y sólo si eres madre conocerás su significado. De hecho creo que la intención de las madres al utilizar esta expresión es que sus hijos piensen "¿Qué querrá decir mi madre con esto?" y permanezcan horas y horas tratando descifrar el enigmático sentido de la frase, y así dejen de aburrirse. Ningún niño a día de hoy ha sido capaz de desentrañar el misterio. Sin embargo, cada uno puede tener su propia interpretación. La mía es: que te aguantes. Y eso es lo primero que tienes que saber respecto al aburrimiento. Forma parte de la vida, al igual que la tristeza, la soledad, la adversidad o el fracaso, es imposible vivir sin aburrimiento, por lo tanto hemos de aprender a aceptarlo, sin desesperación, sin dramas ni fatalismos. Aburrirse algo de vez en cuando no es ninguna tragedia. No podemos estar haciendo cosas súper entretenidas, divertidas y sociales tooodo el tiempo. Si te aburres acéptalo, aguántate, ¡échate en agua! 

- En segundo lugar: cambia tus pensamientos. No dejes que la negatividad te invada. No podemos estar siempre haciendo algo para escapar de nuestras neuras y pensamientos catastrofistas, hay veces que no nos apetece hacer nada y eso puede ser bueno (concederse momentos de no hacer nada revitaliza), pero date cuenta de que si está apareciendo un estado de ánimo negativo no es por la ausencia de actividad en sí, sino por cómo esa ausencia de actividad es aprovechada por nuestra mente para enfrascarse en problemas que no existen y amenazas inventadas. Entonces: cambia tu manera de pensar. Pensar bien es la base para sentirse bien. Si aprovechas tu aburrimiento para hacer una introspección positiva (sacar el lado bueno de tu pasado, de tu personalidad, de tu vida) o para proyectarte al futuro con ilusión (por ejemplo: planificar una actividad de ocio como un viaje, o marcarte algún tipo de meta personal), estarás sacando un mayor beneficio a tu actividad mental que si te enredas en pensamientos negativos que no te llevan a nada que te vaya a ser útil.

- En tercer lugar: conecta contigo mismo. Si nos solemos sentir solos cuando realmente estamos solos (aunque desde luego muchas veces también podemos llegar a sentirnos solos cuando estamos con otras personas), no tienes por qué vivenciar esa experiencia como algo negativo ya que realmente no estás solo: estás contigo mismo. No se está vacío cuando se está solo, se está vacío cuando no te sientes bien estando contigo, y precisamente tener momentos de soledad se convierte en una oportunidad para conocerte mejor y disfrutar más de tu compañía: haciendo cosas que no sueles hacer cuando estás acompañado, saboreando el placer del silencio o simplemente descansando de los demás, que muchas veces se agradece, para que nuestras interacciones con ellos luego sean más significativas y de mayor calidad.

- Por último: ¡saca a entrenar tu creatividad! La mayoría de las veces el problema no es el aburrimiento, sino la falta de ideas. Y sin embargo, si en lugar de subirnos por las paredes cada vez que nos aburrimos lo más mínimo y recurrir entonces con urgencia a lo que ya conocemos para escapar de ese aburrimiento (el amigo de turno que esté disponible, la actividad que siempre hago y de la que ya empiezo a estar cansado, ver la tele...), aprovechamos nuestro aburrimiento como una oportunidad para sacar ideas con las que aprovechar el tiempo de una manera novedosa, ¡estaremos reinventándonos y generando salidas a nuestra zona de confort! ¿Cómo vas a aprovechar un recurso tan poderoso y positivo como la imaginación, si siempre estás dentro de una dinámica de hacer, hacer y hacer lo que siempre haces? Un momento de aburrimiento puede ser una estupenda ocasión para enriquecer tu vida.

Así que ya sabes, deja de tenerle miedo al aburrimiento. Porque como casi todas las cosas a las que les tenemos taaanto miedo, cuando las enfrentamos, resulta que ni eran tan malas como pensábamos, y que incluso suponían una oportunidad de crecimiento.

¡Un abrazo!

jueves, 12 de julio de 2018

¿CON QUÉ EMOCIÓN TE RELACIONAS?

Si has leído alguna vez sobre emociones, ya conocerás algunos de sus atributos:

- Son naturales, es decir, se dan en todas las personas y en los animales.

- Son transitorias. Una emoción en particular no se queda para siempre sino que suele durar un intervalo de tiempo.

- Cumplen una función básica. El miedo protege, la tristeza reintegra experiencias adversas y ayuda a recuperarnos, la alegría nos dota de energía para buscar estímulos positivos, la ira nos defiende.

- Y además las emociones pueden ser facilitadoras de procesos intelectuales o conductuales, como el trabajo (rendimos mejor cuando estamos contentos), la toma de decisiones (es más efectiva si estamos relajados) o la creatividad (la tristeza puede potenciarla).

Pero hoy quiero hablar en este post de la función social de las emociones, ya que no estamos solos en el mundo, somos seres sociales, y como tales, vivimos en continua interrelación con nuestro entorno y, como también somos seres emocionales, nuestras emociones juegan un importante papel en esa interrelación.

Así, el humor provoca distensión en las relaciones y puede hacernos atractivos socialmente o servir de acercamiento a personas desconocidas (romper el hielo). La compasión promueve una actitud empática y de ayuda hacia personas que están pasando por un mal momento. El entusiasmo es altamente contagiable y puede despertar implicación y motivación en los equipos. La expresión de nuestro deseo, cuando hay reciprocidad en la otra persona, claro, puede avivar la llama de la pasión. La serenidad o la templanza consiguen que hasta la persona más nerviosa reduzca su nivel de excitación, y por eso en los talleres de meditación se hace uso de un habla lenta y calmada.

Por otro lado, las emociones pueden hacer también que nos malrelacionemos con las personas de nuestro entorno. No hay emociones buenas ni malas ya que todas son naturales, pero sí le podemos dar un mal uso, sobre todo si dejamos que ciertas emociones nos controlen. Las emociones no se han de reprimir, pero tampoco es bueno cederles el control de nuestra vida.

Si una emoción es dueña de una relación, puede tener más efectos negativos de los que somos conscientes. Por ejemplo:

- Si me relaciono con mi pareja a través del miedo. ¿Cuál es la emoción que destaca en tu relación de pareja? ¿Es el miedo a defraudar, a no ser lo suficientemente bueno, a perder? ¿No debería ser el afecto, la dicha, la gratitud...? Cuando el miedo es la emoción protagonista en nuestra relación, es fácil que aparezcan cientos de inseguridades y por ende conductas celotípicas que acaban deteriorando la relación. Cuando en una relación de amor, lo que hay sobre todo, es amor, la relación fluye.

- Si me relaciono con mis amigos a través de la tristeza. Hay muchas personas que han aprendido a establecer relaciones a través del "dar pena" o "despertar lástima" en los otros. No tienen una sana autoestima, no confían en que los demás le vayan a querer y a mantenerse con ellos simplemente por ser quienes son, y necesitan (en realidad: se crean la falsa necesidad) buscar la atención, el afecto y una garantía irreal de permanencia, tratando de despertar la compasión del otro. Pero esto a la larga genera mucho rechazo, ya que las personas nos solemos cansar de escuchar, continuamente, los problemas y amarguras de los demás.

- Si me relaciono en mi trabajo a través de la ira. ¿Sueles estar en tu trabajo a la defensiva, ya sea con tus jefes, compañeros, empleados o con los clientes? Esta actitud es el producto de falsas percepciones y creencias. Por ejemplo: si creo que los jefes son unos "exprimidores", que los trabajadores sólo van a lo suyo, que el cliente es un desagradecido que se queja por todo... lo normal es que adquiera una actitud hostil, de defensa, ante la "amenaza" que estoy imaginando en el otro, lo cual puede derivar en situaciones de conflicto que yo mismo estoy generando por anticipación, y que se evitarían si mantuviera una actitud más conciliadora, amable y positiva.

Como veis, en áreas muy importantes de la vida, podemos estar dándole una parcela de dominio muy influyente a nuestras emociones, que provoca que nuestras relaciones no sean todo lo buenas que podrían ser. Lo que necesitas para mejorar en este sentido es conocerte bien, a través de la autoexploración: pregúntate qué emociones son las protagonistas en las distintas relaciones que mantienes con los demás y si es posible que las la dominancia de esa emoción esté provocando consecuencias negativas.

Si fuera así, ¡buena noticia!, has tomado conciencia de ello, y ahora sólo tienes que cederle el protagonismo a otras emociones distintas, para conseguir resultados diferentes, y una mayor calidad en tus relaciones.

¡Suerte con ello, un abrazo!

martes, 3 de julio de 2018

TEN UNA CITA CONTIGO MISMO

Dicen que el conocimiento es poder, porque con desconocimiento es como ir a ciegas y estás limitado por tu ignorancia, mientras que el conocimiento es como la luz que te permite ver las diferentes opciones de las que dispones. 

Por eso el conocimiento nos hace libres, ya que la libertad es la opción de elegir. No puedes elegir si no conoces una opción diferente.

Las personas, muchas veces, más de las que somos conscientes, somos esclavos. Esclavos de creencias irracionales. Esclavos de malos aprendizajes. Esclavos de nuestros miedos. Conocernos es lo que nos servirá para: cuestionarnos, reaprender y superarnos.

Gracias a la autoexploración y autoanálisis, conseguimos que información oculta sobre nosotros mismos, salga a la luz. Y esa información es la que nos da la opción de elegir. Elegir el cambio. Nos da el poder de cambiar porque nos otorga libertad para decidir hacerlo, cuando sé qué puedo cambiar y que puedo llevarlo a cabo.

Por eso el autoconocimiento es la la base de la felicidad. No es lo único ni lo más importante quizá, pero es lo principial, el comienzo de la felicidad empieza por saber:

- Qué te hace feliz: qué te gusta, qué amas, qué te da paz y alegría, qué te llena.

- Qué te impide serlo: tus miedos, tus falsas creencias sobre ti mismo, el significado que le das a tu pasado, la relevancia que le das a tu futuro.

- Qué te facilita serlo: tus fortalezas personales, las oportunidades de tu entorno y, sobre todo, tu capacidad de amar y de disfrutar de la vida.

Uno de los más grandes beneficios que una persona puede alcanzar a través de la terapia psicológica es el de conocerse un poquito mejor a sí mismo (nunca nos llegamos a conocer del todo, el autoconocimiento no existe en términos absolutos, pero sí nos podemos llegar a conocer bastante bien), y a través de ese conocimiento, entendernos mejor.

Y a través del entendimiento, aceptarnos.

Y con el cambio de giro de la aceptación, viajar más libres y decididos por la senda de la autorrealización. Que es el camino que nos lleva al encuentro con nuestro mejor yo.

Para conocerte, entenderte, aceptarte y sacar tu mejor yo, haré este sábado 7 de Julio en Málaga el Taller de Autoconocimiento: una cita conmigo mismo. Porque cuando te interesa alguien, ya sea sólo como amigo o como pareja, lo normal es que tengas una cita y le preguntes acerca de su vida, su personalidad, sus pasiones...

¿Cuánto tiempo llevas eludiendo el encuentro contigo mismo? Quizá ha llegado el momento de tener esa cita.

Si estás en Málaga para la fecha señalada, te espero. Si no, estés donde estés, y sea el momento que sea, nunca es tarde para tener esa cita contigo mismo. Sinceramente te invito a ello y a que aprendas de la experiencia, la disfrutes y te enriquezca.

Ya que si el conocimiento es poder porque nos otorga libertad, nada te hará más poderoso y libre, que el conocimiento sobre ti mismo. ¡Un abrazo!