lunes, 11 de enero de 2016

CELEBRAR LA PRESENCIA

¿Se puede sufrir la perdida de alguien a quien no conoces?

Yo estoy convencido de que sí. Y es que hay personas en este mundo que, aunque no hayamos tocado, hemos sentido, y aunque ellos no lo sepan, han influido más en nuestra vida que muchas de los que la comparten con nosotros casi día a día.

Escritores, pensadores, cineastas, poetas, filósofos, divulgadores, músicos, cantantes, artistas... Como el camaleónico David Bowie, que nos ha dejado la pasada noche, y a quien dedico este post.

Y es que, aun no siendo un fan total de mi tocayo, algunas de sus canciones formarán parte ya para siempre de la Banda Sonora de mi vida. Por lo que me han hecho sentir, por lo que me han transmitido, incluso por lo que me han enseñado.

Porque el ser humano es aprendizaje. Somos genética en constante transformación debido a la continua interacción de nuestros genes con el ambiente. Aprendizaje. No somos, nos transformamos. Y en esa transformación no influyen únicamente nuestros padres, compañeros de clase, amigos, enemigos, amores... También, por supuesto, las personas a las que hemos leído, visto o escuchado, y que con sus particulares historias, con su propia visión del mundo... han cambiado el nuestro.

Por eso esas personas en realidad no mueren nunca. Porque la huella que dejaron permanece en nuestro interior. Y esto no es poesía barata, ni espiritualismo ni mucho menos esoterismo. Esto es ciencia. Sus canciones, sus películas y sus relatos, que son la expresión de la interacción de su genética y sus vivencias, forman parte ya de nuestra propia historia genética... una historia que sigue desarrollándose ahora mismo, y que lo hará en el futuro.

¿O no habrá nadie que dentro de 20 ó 30 años se despierte una mañana cantando una canción de David Bowie? Seguro que sí.

Seguro que sí.

Ahora... Recordad a un ser querido que se haya ido. Un padre, una madre, un hermano, un amigo, o un hijo. Todos, seguramente todos, hemos perdido a alguien. ¿Acaso él o ella no nos contó historias o las compartió junto con nosotros? ¿No es verdad que su genética interactuó con la nuestra, transformándonos?

En parte somos como somos por cada una de las personas que han ido pasando por nuestra vida. Y alguna de esas personas siguen vivas, ¡siguen vivas!, dentro de nosotros, porque su huella, es imborrable... Ni mil experiencias más, ni mil personas diferentes, la podrán modificar.

Llorar la ausencia es inevitable. Celebrar la presencia, es posible, incluso cuando es intangible. Y no sólo posible, también es bonito, es un homenaje.
Como este post.

Este sábado 16 de Enero celebro junto a la musicoterapeuta Maca Martínez un Taller de Musicoterapia y Psicología Positiva. Será divertido y pedagógico, y seguro que nos acordaremos del maestro Bowie. Si estáis por Málaga, espero también contar con vuestra presencia.
Y para terminar os dejo con una de mis canciones favoritas de Bowie. Que la disfrutéis. Que la celebréis. Abrazos.

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