miércoles, 1 de febrero de 2017

ENFRENTARSE A LO DESCONOCIDO

La semana pasada tuve que salir de mi zona de confort, me enfrenté a una situación nueva para mí.

Estaba ilusionado, pero también con un alto grado de incertidumbre... De miedo.

Finalmente fue duro, estresante, pasé por muchas dificultades, problemas e incluso conflictos.

Pero también fue bonito. También recibí muchas ayudas y muchas muestras de gratitud. Cada una de las sonrisas que me regalaron no la cambio por no haber pasado por aquellos momentos duros.

Estoy hablando del rodaje de un cortometraje. Mi primer cortometraje como director. Era novato. Llegué a pensar que me había equivocado, que todo podía salir mal, que aquello no iba a tirar para delante.

"Hay veces que no sabes qué va a pasar, pero te lanzas,
y en el camino te encuentras gente que te ayuda".

Qué gran frase. Es de la película El Olivo, de Icíar Bollaín, os la recomiendo porque es preciosa.

Me vi muy, muy reflejado en esa frase. Hay veces que las cosas salen porque, afortunadamente, aparece de repente gente que te ayuda. Hay veces que no aparece nadie, e incluso te encuentras con gente que más que ayudarte, te pone zancadillas en ese camino, pero en esos momentos es cuando podemos aprovechar nuestras fortalezas personales para salir adelante. Hay veces... Hay veces que por mucho que lo intentes, las cosas no salen. Pero hasta esas ocasiones son útiles, porque aprendemos valiosas lecciones de ellas.

Así que, ¿por qué quedarse quieto, por qué quedarse en la zona de confort, si todo es ganancia? Hay varias barreras psicológicas que no mantienen en el inmovilismo:
  1. El miedo. Tenemos un cerebro evolutivamente preparado para la supervivencia. Para él, lo mejor es quedarse quieto, porque así es como garantiza la seguridad del organismo. Esto era útil para nuestros ancestros, que tenían que enfrentarse a graves amenazas todos los días, y además no vivían de media más de 30 años. Pero hoy, la preocupación de las personas ya no es sobrevivir, sino ser felices, y se genera felicidad a través del crecimiento.
  2. La presión social. Nos resulta muy incómodo que nos vean desenvolvernos mal, fallar, y ya no digo fracasar. A veces priorizamos la visión que pueden adquirir otros de nosotros, sobre la imagen que puedo estar dándome yo a mí mismo. Relativizar el fracaso y la opinión de los demás nos ayuda a desquitarnos de esa falsa presión social que imaginamos.
  3. El dolor. Vivimos en una sociedad muy hedonista que huye constantemente del dolor y sólo ansía el placer. La experiencia del rodaje, como dije antes, fue dura, como cualquier experiencia a la que te enfrentes y que requiera un aprendizaje y una adaptación por tu parte. Pero no pocas veces, detrás del dolor que supone esas duras experiencias, encontramos una satisfacción personal que otras experiencias no pueden darnos.
Enfrentarnos a lo desconocido nos da miedo, nos avergüenza, y nos provoca otras emociones dolorosas. Y sin embargo, es en esa zona de lo desconocido, donde más ganancias para nuestro bienestar y crecimiento personal podemos obtener.

Así que la próxima vez que dudes, no lo pienses. O piensa: "Si va bien, bien, y si no, también". Porque te aseguro que así será. Un abrazo.

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