miércoles, 25 de mayo de 2016

CUIDA LO QUE TE DICES

En el último post, La Opresión del Todobienismo, explicaba que no tenemos por qué condicionar nuestro bienestar emocional al hecho de hacer una tarea de manera eficaz, a ser lo que se espera de nosotros, o a que las cosas vayan por el camino por el que pensamos deberían ir.

Hacer las cosas bien, o que la fortuna nos sonría, no son condiciones ni necesarias ni suficientes para sentirnos bien. Sentirse bien es una elección que adoptamos. Si bien no podemos, ¡ni debemos!, reprimir emociones que no meteríamos a priori en el "saco de las emociones positivas", sí controlamos quedarnos con esas emociones, arrastrarlas, permitir que dirijan nuestra conducta y que nos limiten, paralicen o bloqueen.

No elegimos sentir, sentimos sin más.
Pero sí elegimos soltar o quedarnos con la emoción.

La llave que cierra o abre la puerta a la emoción es nuestro propio diálogo interno.

Nos hablamos a nosotros mismos. Muchas veces a lo largo del día. De hecho, es posible que seamos la persona que más nos habla. Y nuestro diálogo interno, al igual que el externo, está muy influenciado por variables ambientales y culturales. Es decir, por nuestros aprendizajes:
  • "Si no te portas correctamente se reirán de ti".
  • "No lo sabes hacer, ¿es que eres tonto?"
  • ¡Dame torpe, yo lo haré por ti!"
  • "Si lloras es porque eres una nenazas".
  • "¿No tienes novio?, eso es que eres muy fea.
  • "¡No tienes amigos porque eres un nerd!
Y pasan los años y el Eco de esos aprendizajes se sigue reproduciendo en nuestras mentes, sólo que ahora somos nosotros quienes nos bombardeamos con esos mensajes. Y nos llamamos tontos o inútiles por no saber hacer algo, nos clasificamos como débiles por emocionarnos, nos menospreciamos si no tenemos pareja, o nos automarginamos por ser diferentes. 

No lo hacemos por gusto, no somos masoquistas. Todos estos mensajes negativos tienen un fin: culparnos y castigarnos. Porque si me culpo y castigo mucho cuando no haga las cosas bien, eso me incentivará para hacerlas mejor, y entonces, sólo entonces, podré ser feliz. MENTIRA: 
  1. No hay sentimiento más inmovilizador que la culpa. La culpa coarta el cambio. La culpa es la excusa perfecta para decir "es que soy así".
  2. El castigo no produce conductas nuevas. Las puede erradicar, pero no sustituir por otras más eficaces.
  3. Y sobre todo: ¿por qué esperar a ser feliz sólo cuando las cosas te salgan bien? Y si cambiases el planteamiento. Y si por un momento...
Y si por un momento la vida no fuera como nos han dicho siempre, y fuera así:

No necesito que todo sea bien para sentirme bien.
Necesito sentirme bien para que todo sea bien.

Porque así, incluso aunque todo no sea bien, que seguramente no todo lo será... estarás bien.

Entonces: cuando hayas fallado, cuando no conseguiste lo que querías, cuando decepcionaste a alguien o cuando todo el Universo pareció ponerse de acuerdo para conspirar contra ti, por qué no pruebas a:
  • Quitarle hierro al asunto.
  • Reírte de ti mismo de una manera sana, sin maldad.
  • Recordarte que no eres perfecto... ni existe nadie que lo sea.
  • Poner el foco de atención sobre tus cualidades positivas.
  • Ser tan amable contigo como lo eres con la gente a la que respetas y quieres.
  • Quererte. Demostrártelo con palabras de aprecio, con autoamor.
¿Qué puede fallar si lo haces, qué puede ir mal? ¿Que no aprendas, que no te esfuerces entonces por ser lo suficientemente bueno? ¿Bueno para quién...?

Sé bueno para ti, lo primero, y luego, más fácilmente, podrás serlo para el resto.

Recuerda: el mundo está lleno de gentes con culpas, castigándose a sí mismo o los unos a los otros. Por eso las guerras, por eso los resentimientos y los odios. Pero allá donde siembres amor, recogerás amor.

¿A qué esperas para poner tu semilla...?

4 comentarios:

  1. Que bonita entrada, tengo un compañero de trabajo que todos los días envía los saldos con un mensaje positivo previo. Es genial que haya gente así y mejor aún es conseguir ser uno mismo así. Voy a intentar poner en práctica tus consejos, la cosa está en que alguna vez lo he intentado y me siento como una despreocupada.

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  2. Un GRAN FALLO en el que solemos caer muy a menudo: si me pasa algo malo o hago algo mal o no consigo lo que quería deberé sentirme muy mal por ello porque si no significa que me estoy despreocupando y no me estoy esforzando lo suficiente. ESO ES CULPA. Es insana, improductiva y muy paralizante, bloquea el cambio. Actuamos así porque lo hemos aprendido, pero... ¡nunca es tarde para desaprender malos aprendizajes!
    Muchas gracias por tu comentario.

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  3. Muy buen artículo! Actitudes así ya empecé a adoptar fruto de mis estudios de psicología. Pero cuesta convencer alo/las demás del beneficio de ello.

    Saludos!

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  4. Gracias por tu comentario Sònia, ¡un saludo!

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