Mostrando entradas con la etiqueta pesimismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pesimismo. Mostrar todas las entradas

martes, 28 de mayo de 2019

LA FUERZA DEL OPTIMISMO

Desde ahora y, más o menos, una vez cada mes, publicaré algunos de mis posts antiguos más leídos. Así descanso un poco y recordamos ideas muy útiles a las que siempre viene bien hacer un repaso, porque en psicología tan importante es lo que conviene aprender, como desaprender, como recordar.

Esta semana, LA FUERZA DEL OPTIMISMO, un post que publiqué originariamente en  Enero de 2015 y que nos habla de la inutilidad del pesimismo y de cómo el optimismo en cambio nos facilita poner en marcha mecanismos de acción más eficaces.


- - - - - - - - - - - - -

¿Te has preguntado alguna vez por qué somos pesimistas? Y no me vale que me digas: "¡No, yo no lo soy, yo soy muy optimista!" Todos hemos sido pesimistas alguna vez.

¿Quién no se recuerda a sí mismo convencido de la derrota de su equipo, o con unas expectativas bastante pésimas respecto a aquella fiesta a la que asistía casi por obligación, o atraído por una persona y diciéndose: "Bah, para qué lo voy a intentar, si seguro que no le intereso".

"¡No era pesimismo, era realismo!" Ya... A ver si nos enteramos: real es lo que está pasando ahora, no lo que aún no ha pasado.

Nuestras predicciones pesimistas son un mecanismo de defensa frente al dolor que puede suponer un fracaso o evento negativo, ante la adversidad. Pero son un mecanismo inválido, inútil. Me explico:

Pongamos el ejemplo del aficionado que piensa que su equipo va a perder. "Fo, seguro que perdemos, tenemos mucho lesionados, el otro equipo llega en muy buena racha, los árbitros la tienen tomada con nosotros..." Se lo dice a sus amigos, que están viendo el partido con él, rodeados de ricos aperitivos y de botellines de cerveza. Pero también se lo dice a él mismo. Es su manera de lanzarle al cerebro el siguiente mensaje: "Si finalmente tu equipo pierde, no debes sufrir, porque ya lo sabías".

El pesimismo pretende prepararnos para la decepción y el dolor al que nos vemos expuestos ante un evento no deseado.

Pero, ¡no sirve! ¿Qué más da que supieras que tu equipo iba a perder? Porque en el fondo, deseabas con todas tus fuerzas que ganase, porque en el fondo mantenías esa ilusión, y cuando finalmente ha perdido, te has sentido muy decepcionado por la derrota. Y por mucho que ocultaras esa ilusión a tus amigos, dentro de ti, el pesimismo no ha podido acabar con ella.

Cuando iniciamos proyectos y nos proponemos metas, sin embargo, el optimismo actúa como una fuerza que nos acerca a nuestro objetivos, porque se produce un ajuste entre las expectativas y el esfuerzo. Es decir:

El pesimismo no nos prepara para hacer frente al fracaso, 
pero el optimismo sí nos prepara para poner los medios hacia el éxito.


Teniendo cuidado de no convertirnos en optimistas ingenuos, pensar que tengo los suficientes recursos personales para afrontar los retos que me proponga y que además la suerte me acompañará, nos dota de fuerza de voluntad, frente al inmovilismo en el que nos sumerge el pensamiento negativo.

Sin embargo, por mucha confianza que tenga en la victoria de mi equipo, eso es algo que no controlo. O por mucho empeño que ponga, a veces las cosas no salen como uno quería. Pero ante esas situaciones, no nos ayuda en nada pensar: "¿De qué ha servido?, no tendría que haber puesto tanto entusiasmo, la próxima vez será mejor que piense que todo va a salir mal y me quede quietecito, así no me llevaré una decepción..."

Siempre sirve. Del fracaso se aprende, en lo malo se crece más que en lo bueno. Y el optimismo para afrontar los retos + la resiliencia para superar las adversidades, son dos motores imprescindibles para el desarrollo personal.

Así que la próxima vez que te tengas que enfrentar a algún desafío, recuerda:


Lo haré bien, y si no, ¡algo aprenderé, y creceré!

De una forma o de otra, así será. Suerte, ¡un abrazo!

martes, 31 de octubre de 2017

SISTEMA DEL MALESTAR

Desde 2015 tengo el orgullo de formar parte del APOLel servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de toda España que contestamos consultas en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor, y muchos otros.

Desde entonces, una gran cantidad de trabajo, más de 150 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevo y que quiero compartir contigo, publicando algunas de las consultas más destacadas que he tenido la oportunidad de contestar.

Esta semana: SISTEMA DEL MALESTAR. Un caso que nos enseña cómo la negatividad, el pesimismo y la autoexigencia excesiva conforman todo un sistema de malestar emocional, y con qué recursos podemos salir de él para diseñar nuestro propio Sistema del Bienestar.

CONSULTA

Tengo 33 años y un expediente académico repleto de títulos que logré sacar mientras trabajaba. Tres quiebras y cierres de tres empresas distintas me han vapuleado. He tenido que deshacer mi hogar dos veces y volver a casa de mis padres, quienes me tratan como si tuviese 6 años. Decidí opositar para buscar una salida profesional que me sacase de las penurias económicas que he tenido que pasar y de las psicológicas que aquéllas han conllevado. Soy una persona de carácter fuerte, muy independiente, mi familia, mis amigos y mi novio me adoran, pero falta un pilar en mi vida que por más que persigo no llega: un empleo estable y no precario. Sin empleo no tengo independencia, ni proyecto de vida propio ni planes de tipo alguno. Me hago mayor y veo que metas como formar una familia se alejan cada día más por esta causa. Siento mucha rabia y odio hacia este sistema del malestar. Estoy absolutamente frustrada.

RESPUESTA

La situación que nos comentas, por desgracia, es muy común en España, ya que en este país existe una tasa de desempleo muy, que ronda el 50% en la población juvenil. Es desolador y ante tal panorama no es raro que sientas esa rabia, ese odio y esa frustración a las que te refieres. Sin embargo, el problema, como casi siempre, no radica en tus emociones, sino en los pensamientos que multiplican el impacto de estas emociones y las vuelven incapacitantes. No puedes cambiar la situación de tu país, así que céntrate en cambiar lo que sí controlas: tu negatividad y pesimismo.

Negatividad porque pones foco de atención en los acontecimientos negativos del pasado (cierre de las tres empresas) y en lo que no tienes: un empleo estable. Empieza a dirigir la atención sobre lo que tienes y lo que puedes hacer ahora: títulos, carácter fuerte, amigos, familia, novio, la posibilidad de opositar o encontrar otro trabajo. Y pesimismo porque piensas que tu situación no cambiará. El optimismo en cambio es una actitud mental que, lejos de conseguir milagros, sí que nos predispone a dirigir mayores esfuerzos en pos de los resultados que esperamos obtener.

Ni la positividad ni el optimismo te van a dar, al menos no directamente, ese empleo estable que tanto ansías. Pero plantéate si lo contrario, si quejarte y lamentarte, te está ayudando, o si meterte presión a ti misma por tener 33 años, es decir: esa autoexigencia excesiva, te hace sentir mejor y te acerca a tus metas. ¿O te aleja? El sistema del malestar externo es algo que depende de muchos factores que tú no controlas, pero tu propio sistema del malestar sí que lo puedes cambiar. Un abrazo.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

DUDAS EN LA RELACIÓN DE PAREJA

Desde 2015 tengo el orgullo de formar parte del APOL: el servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de toda España que contestamos consultas en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor, y muchos otros.

Desde entonces, mucho trabajo, más de 120 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevo y que quiero compartir contigo, publicando algunas de las consultas más destacadas que he tenido la oportunidad de contestar.

Esta semana: DUDAS SOBRE LO QUE QUIERE MI PAREJA Y LO QUE SIENTO POR ÉL. Un caso que sirve de ayuda para superar las inseguridades que surgen en ocasiones en las relaciones de pareja.

CONSULTA

Actualmente estoy saliendo con un chico que me parece increíble. Siempre quiere abrazarme, busca mi mano y le encanta jugar con mi cabello; me agrada que sea cariñoso pero a veces me irrita que quiera ser así en todos lados. Me siento un poco mal porque no soy reciproca. Nunca he sido expresiva ni cariñosa y no me nace querer un abrazo o un beso de él, aunque siento que es alguien importante en mi vida. Pero? él se irá fuera del país en menos de un mes y probablemente no nos volvamos a ver, aunque dice que me va a visitar donde yo vaya para poder seguir juntos y que sí se proyecta en el futuro conmigo. Soy muy desconfiada por malas experiencias pasadas. No entiendo bien lo que está pasando, no estoy segura de lo que él quiere, lo que estoy sintiendo o lo que está pasando.

RESPUESTA

Uno de los errores más comunes en el que caen las parejas es no aceptar que cada uno de los miembros de la pareja es una individualidad, con sus propias diferencias respecto al otro. Estas diferencias se pueden gestionar en pos de buscar el equilibrio y la compenetración en el sistema de la pareja. De hecho, es esta gestión de las diferencias una de las cualidades que presentan las parejas con un apego seguro, frente al apego ansioso y el apego distante, que suelen traer problemas. Los distintos estilos de apego tienen su origen en la infancia y/o en las experiencias pasadas pero se pueden modificar a través de psicoeducación y terapia cognitiva.

También parece que tu desconfianza tiene su base en experiencias del pasado. Los traumas y las malas vivencias suelen provocarnos indefensión y consolidan esquemas mentales negativos: pensar que lo malo sucederá siempre, en cualquier situación, y que no puedo cambiarlo. El pesimismo es un mecanismo de defensa inválido ya que no nos protege del dolor o la decepción ante una adversidad y además limita mucho la iniciativa, el atreverse, el arriesgarse. Un mecanismo sí válido ante la adversidad es la resiliencia: sobreponerse a la adversidad.


No te culpes por no ser tan expresiva ni afectiva como tu pareja, todos no somos iguales, busca con él momentos en los que podáis expresar vuestro cariño de una forma en la que ambos os sintáis cómodos; y pregúntate si es tu desconfianza, tu miedo a que te vuelvan a hacer daño, lo que provoca tus dudas. Si es así, recuerda que la adversidad siempre puede golpear. Pero no importa lo fuerte que golpee, sino tener la certeza de que podrás encajar el golpe y seguir adelante.

miércoles, 24 de agosto de 2016

EL PESIMISMO: UN MECANISMO DE DEFENSA INVÁLIDO

En 2015 tuve el orgullo de pasar a  formar parte del APOL: el servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de diversos puntos de España que contestan las consultas de los usuarios de este servicio, en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor... y muchos otros.

Desde entonces, mucho trabajo, más de 120 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevo, y que quiero compartir contigo, publicando durante este Agosto una breve recopilación de algunas de las consultas que he tenido la oportunidad de contestar.
 
Esta semana: EL PESIMISMO: UN MECANISMO DE DEFENSA INVÁLIDO, una consulta que nos muestra como el pesimismo, además de predisponernos al fracaso, no nos protege de sentimientos como la decepción o la desilusión, mientras que la esperanza y el optimismo sí que nos ayudan en el camino hacia el éxito. Espero como siempre que guste y sea últil. Abrazos.
 
 
Consulta:

9 meses después de romper una relación de 11 años conocí a un chico con el que llevo 6 meses de relación sin compromiso. Nuestras citas son sólo de tipo sexual. Siempre he desconfiado de él, ya que le idealicé y nunca creí que alguien como él estuviese con alguien como yo, así que acepté este tipo de relación sin compromiso pensando que si llegaba un final no me dolería. Pero me equivoqué, y cuando mis amigas lo vieron con otra chica me llevé un gran disgusto. No le culpo porque él nunca me prometió nada y fui yo quien no fue sincera ni con él ni conmigo misma. Ahora no sé qué hacer, me gustaría ser asertiva y expresar mis sentimientos, pero me da miedo la humillación y su negativa, estoy convencida de que él no siente nada por mí y valoro dejar la relación sin más porque seguro que ni siquiera le importa, ya que estará ocupado con otra. Hace un par de años estuve en tratamiento psicológico por mi anterior pareja y me aterra pensar que vuelva a recaer.
 
Respuesta:
 
Tu caso es muy ejemplarizante: el pesimismo es un mecanismo de defensa. Si pienso que no tendré éxito, creeré que si luego efectivamente fracaso, la decepción no será tan grande. Sin embargo, con esa actitud negativa, nosotros mismos estamos poniendo los cimientos del fracaso, ya que nos predisponemos a él, y aparece entonces lo que conocemos como profecía autocumplida: una creencia que al final se cumple porque nosotros, de forma no intencionada, facilitamos que se cumpla. En tu caso: creíste que no eras lo suficientemente válida para estar con él, eso llevó a abandonar cualquier intento de compromiso serio entre los dos y, sin compromiso, ¿qué le impedía a él conocer a otra chica?

El pesimismo es además un mecanismo de defensa totalmente inválido, y tú lo has experimentado. No te comprometiste con él porque pensabas que así, si llegaba un final, no te dolería, y sin embargo... ¡te ha dolido lo mismo! Ahí radica la ineficacia del pesimismo, porque a través de él pretendemos suprimir sentimientos como la ilusión, la esperanza, o el enamoramiento. Pero los sentimientos no se pueden suprimir, y es más, son precisamente ese tipo de sentimientos los que nos predisponen al éxito, justo lo contrario que el pesimismo.

Y ahora sin embargo vuelves a tener pensamientos pesimistas, adelantando humillación e indiferencia por su parte, y sufrimiento psicológico por la tuya. El dolor ante un rechazo es superable. Pero la auto-decepción por no intentarlo se enquista, ya que entonces siempre estaremos con el ¿¿¿y si??? Atrévete por tanto, como tú misma propones, a hablar con él, de forma honesta y asertiva, reconociéndole lo que sientes. Y si finalmente sucediera lo peor, ten confianza en que lo superarás. No tengas miedo al dolor, forma parte de la vida. Suerte, un abrazo.

martes, 14 de julio de 2015

RESETEANDO EL ESQUEMA MENTAL NEGATIVO

Pensar es, en gran medida, hacer atribuciones sobre lo que nos pasa.

Y las atribuciones son los "por qué" que buscamos a lo que nos pasa. Estos "por qué" están definidos por 3 dimensiones:
  1. Dimensión de estabilidad/inestabilidad. Si aquellos que nos pasa es permanente o transitorio.
  2. Dimensión de globalidad/epecificidad. Si pasa en cualquier ámbito o situación, o en una o algunas en particular.
  3. Dimensión de locus de control externo/locus de control interno. Si lo que nos pasa depende de factores externos o personales.
Se ha observado en Psicología que, dependiendo de las atribuciones que hagamos de los eventos de nuestra vida, se puede hablar de patrones más o menos fijos de pensamiento: un esquema mental.
 
Así, un Esquema Mental Negativo sería:
 
Pensar que lo malo me va a suceder siempre, en todas partes,
y que no hay manera de cambiarlo.
 
Este patrón de pensamiento está influido por dos tipos de sesgos cognitivos:
  1. El pensamiento polarizado. La evidencia empírica nos demuestra que los "blanco" y "negro" son muy poco habituales, y que la vida se conforma más bien de distintas tonalidades de grises. Irse a los "siempre", "nunca", "en cualquier parte", o "bajo ninguna circunstancia", es irse a extremos poco realistas y funcionales.
  2. El sesgo de atribución externa. Es propio de personas supersticiosas o muy creyentes y que piensan que su vida está controlada por entes intocables: la suerte, el sistema, Dios o el Destino. Hay cosas que controlamos y otras que no. La clave está en distinguir.
Este Esquema Mental se ha ido programando a través de la interacción entre nuestros genes y el entorno, y los primeros años de aprendizaje son muy importantes para su formación.
 
Pero todo lo que se programa se puede resetear. Claves para hacerlo:
  1. Haber leído este post es un buen primer paso.
  2. Porque ahora, si le dedicas atención a tus pensamientos...
  3. ... podrás detectar cuándo te estás yendo a los polos o cuándo te estás echando culpas que no debes o cuándo dejando de actuar sobre problemas que sí que puedes modificar.
  4. Y ya sólo queda: cambiar el chip, y...
  5. ... tener paciencia y constancia.
Porque una programación que ha podido durar años y décadas no se va a cambiar en dos días. Pero merece la pena el esfuerzo: el Esquema Mental Negativo produce pesimismo y sensación  de indefensión que desembocan en estados del ánimo depresivo.

La solución (definitiva) para ser un poquito más felices no se encuentra en pensar en positivo. ¡Acabemos con las viejas y simples fórmulas de la felicidad! La solución pasa por pensar sano. Y eso implica acabar con los sesgos cognitivos y patrones disfuncionales que distorsionan nuestro pensamiento.

Porque, como ya bien sabes: no es tan importante lo que nos queda por aprender, como todo lo que podemos desaprender. Abrazos.

martes, 20 de enero de 2015

LA FUERZA DEL OPTIMISMO

¿Te has preguntado alguna vez por qué somos pesimistas? Y no me vale que me digas: "¡No, yo no lo soy, yo soy muy optimista!" Todos hemos sido pesimistas alguna vez.

¿Quién no se recuerda a sí mismo convencido de la derrota de su equipo, o con unas expectativas bastante pésimas respecto a aquella fiesta a la que asistía casi por obligación, o diciéndose: "Bah, para qué lo voy a intentar, si seguro que no le intereso".

"¡No era pesimismo, era realismo!" Ya... A ver si nos enteramos: real es lo que está pasando ahora, no lo que aún no ha pasado.

Nuestras predicciones pesimistas son un mecanismo de defensa frente al dolor que puede suponer un fracaso o evento negativo, ante la adversidad. Pero son un mecanismo inválido, inútil. Me explico:

Pongamos el ejemplo del aficionado que piensa que su equipo va a perder. "Fo, seguro que perdemos, tenemos mucho lesionados, el otro equipo llega en muy buena racha, los árbitros la tienen tomada con nosotros..." Se lo dice a sus amigos, que están viendo el partido con él, rodeados de cervezas y ricos aperitivos. Pero también se lo dice a él mismo. Es su manera de lanzarle al cerebro el siguiente mensaje: "Si finalmente tu equipo pierde, no debes sufrir, porque ya lo sabías".

El pesimismo pretende prepararnos para la decepción y el dolor al que nos vemos expuestos ante un evento no deseado.

Pero, ¡no sirve! ¿Qué más da que supieras que tu equipo iba a perder? Porque en el fondo, deseabas con todas tus fuerzas que ganase, porque en el fondo mantenías esa ilusión, y cuando finalmente ha perdido, te has sentido muy decepcionado por la derrota. Y por mucho que ocultaras esa ilusión a tus amigos, dentro de ti, el pesimismo no ha podido acabar con ella.

Cuando iniciamos proyectos y nos proponemos unas metas, sin embargo, el optimismo actúa como una fuerza que nos acerca a nuestro objetivos, porque se produce un ajuste entre las expectativas y el esfuerzo. Es decir:

El pesimismo no nos prepara para hacer frente al fracaso, pero el optimismo sí nos prepara para poner los medios hacia el éxito.

Sin dejar nunca de ser unos optimistas no ingenuos, pensar que la suerte me acompañará o que tengo los suficientes recursos personales para afrontar los retos que me proponga, nos dota de fuerza de voluntad, frente al inmovilismo en el que nos sumerge el pensamiento negativo.

Pero... Por mucha confianza que tenga en la victoria de mi equipo, eso es algo que no controlo. O por mucho empeño que ponga, a veces las cosas no salen como uno quería. Pero ante esas situaciones, no nos ayuda en nada pensar: "¿De qué ha servido?, no tendría que haber puesto tanta ilusión, la próxima vez será mejor que me esté quietecito o piense que todo va a salir mal, así no me llevaré una decepción..."

Hay otras maneras mucho más efectivas de superar la adversidad. Pero de eso, hablaré en el siguiente post. ¡Os espero! 

jueves, 2 de octubre de 2014

¿SE SABEN AQUÉL QUE ERAN UN PESIMISTA, UN OPTIMISTA Y UN REALISTA...?


El eterno dilema, ¿no? ¿Hay que ser optimista, hay que ser realista? ¿¿¿Pesimista yo???, ¡no, nunca, yo lo que soy es realista!

La verdad es que los seres humanos somos optimistas por naturaleza, por instinto. Si no fuera así, y conociendo las estadísticas, no nos montaríamos en coche, no comeríamos comida rápida, o nunca jugaríamos al Gordo de la lotería. 

Todo lo anterior lo hacemos casi sin pensar. Son decisiones habituales en las que no perdemos mucho tiempo porque si lo hiciéramos, la vida sería muy complicada. ¿Te imaginas haciendo una lista de pros y contras para decidir si vas a ir en bus o andando?

Ante decisiones más importantes entran en juego procesos intelectuales más complejos. Razonamos más y dirigimos nuestro proceso de elección en función de una predisposición más optimista o pesimista que va a estar definida por nuestra experiencia de aprendizaje.

Así, el pesimismo suele ser un mecanismo de defensa aprendido. Si pensamos que hay una alta probabilidad de que las cosas no salgan bien, no me llevaré una decepción tan grande que si hubiera pensado en el éxito absoluto. De eso nos protegemos con el pesimismo: de la decepción. Sin embargo: siempre que hacemos algo, siempre que iniciamos un nuevo proyecto, aunque nuestra mente nos diga "es muy difícil", nuestro instinto, ése que se libra de aprendizajes disfuncionales, mantiene la esperanza en el "lo lograré", porque si no ni siquiera nos hubiéramos puesto en marcha. Así que cuando no lo logramos y nos decimos "lo sabía" para aliviar nuestra decepción, en realidad nuestro corazón sufre lo mismo. Por ello, este pesimismo falsamente protector no sirve tanto para aliviar el dolor de la amarga derrota como sí para predisponernos a ella.

Porque luego están los optimistas que se dejan llevar excesivamente por su instinto, los que suelen ser llamados: optimistas ingenuos. Suelen confiar en el destino, en la buena suerte, y en que el Universo está conjurado para que todo les vaya bien. Y, ¿sabes qué?, a pesar de su inconsciencia, a éstos le suele ir bastante mejor que a los pesimistas. Porque si para el éxito bien son importante el esfuerzo y las aptitudes, la actitud no lo es menos, y el optimismo ingenuo facilita una actitud positiva ante los obstáculos y dificultades, facilita el empeño, la constancia, el coraje, la valentía. Los optimista se arriesgan más. El problema surge cuando esos riesgos, por no haber sido calculados, llevan al fracaso, no se asimila bien ese fracaso porque, ¡¿maldita sea, cómo ha podido suceder si tenía el apoyo del Universo?!, y nos frustramos tanto, tanto, que incluso podemos pasar de optimistas ingenuos a pesimistas obstinados.

"Así que David, la mejor actitud es la del realista". ¿Y qué es ser realista cuando se trata de embarcarse en un proyecto? El futuro es una realidad que no existe pero que nosotros podemos construir, desde el presente. El realista de Ward tenía la precaución de los pesimistas protectores y la esperanza de los optimistas ingenuos. Bien por él. Era un optimista no ingenuo. Se trata, al fin y al cabo, de ajustar las velas:
  1.  No te preocupes, ocúpate.
  2. No vivas en el futuro, no existe. Constrúyelo. Planifica.
  3. Toma riesgos, como harían los optimistas ingenuos, pero que sean riesgos calculados.
  4. Mantén la ilusión. No es ingenuidad, es esperanza, y la esperanza ayuda y acerca al éxito.
  5. Si te llevas una decepción, bienvenido al mundo real, ¡sobrevivirás! Si fracasas, abraza el fracaso, porque el fracaso es aprendizaje, y el aprendizaje crecimiento.
Recuerda que quien nunca fracasó, es porque no se atrevió a tirarse al mar.